Ernesto Rojas Morales
La propuesta de crear un cuerpo de Gestores del Orden ha despertado importantes inquietudes en el senador Ariel Ávila y en el académico Ómar Oróstegui
Es evidente que la inseguridad afecta sensiblemente la calidad de vida en las ciudades. Este fenómeno coexiste en Colombia con el de una pobreza generalizada y una inaudita desigualdad económica, circunstancias consideradas por los sociólogos como el combustible que incinera el sentimiento de solidaridad, propio de la vida en comunidad.
No se podría esperar una satisfactoria convivencia en una sociedad donde existen 17 millones de personas pobres y 6 millones que no pueden adquirir la canasta básica de alimentos, esto es, padecen hambre. En forma irónica, también hacen presencia 5 millones de personas dueñas de la mitad de la riqueza nacional.
La trágica relación entre desigualdad e inseguridad se ha podido documentar en varias ciudades:
- En Colombia: Cartagena y Quibdó registran los índices de pobreza y exclusión social, están correlacionados con los altos niveles de inseguridad.
- En Brasil: Río de Janeiro, Bahía y Belém se registraron tasas muy altas de violencia, coincidiendo con mayores índices de pobreza extrema y desempleo juvenil.
- En México: Tijuana es una ciudad donde la combinación de pobreza, desigualdad y crimen organizado perpetúa la inseguridad ciudadana.
A pesar de estas evidencias, subsisten muchas dificultades políticas para conseguir, en el corto plazo, una sociedad “crecientemente igualitaria”, como lo planteó Carlos Lleras en los años sesenta. Por eso, mientras se logra avanzar hacia ese objetivo, es indispensable realizar acciones inmediatas para conseguir la deseable seguridad ciudadana.
El alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, ha confirmado su decisión de establecer un grupo de funcionarios ambulantes, a los que cualquier transeúnte puede recurrir para solucionar problemas de convivencia ciudadana. Esta iniciativa, sin duda es disruptiva e ingeniosa, pero difícil de ser aceptada antes de conocer sus desarrollos. Está orientada a disminuir o erradicar la violencia intrafamiliar, las riñas por asuntos económicos de menor cuantía y evitar el rompimiento de la convivencia dentro la vecindad. Los nuevos Gestores del Orden, como se denominan a tales trabajadores distritales, pueden estar conectados, desde sus celulares, a una red virtual que los supervisa y los asiste en el cumplimiento de sus funciones mediante algoritmos de Inteligencia Artificial. Así, por ejemplo, les puede ofrecer diferentes modelos de soluciones exitosas para situaciones similares a las que estén atendiendo.
El senador Ariel Ávila, había expresado, entre otras preocupaciones, la de una eventual vulnerabilidad de estos funcionarios ante el riesgo de ser infiltrados por las mafias delincuenciales. Su temor, posiblemente se sustentaba en la afirmación inicial de seleccionar a los gestores entre exmiembros de la fuerza pública. Sin embargo, en una publicación del 1 de octubre pasado se estableció que los Gestores serían seleccionados entre civiles que contaran con una edad entre 18 a 60 años y con, al menos, cuatro grados de secundaria.
Un falso dilema: ¿La represión o la prevención? Las dos son necesarias
La urgencia de frenar la creciente inseguridad ha llevado a muchos analistas, a recomendar medidas represivas. La más común es la de incrementar el número de policías. Sin embargo, si en Bogotá se quisiera alcanzar el estándar internacional de la cantidad de agentes según el número de habitantes, resultaría necesario incorporar ocho mil miembros adicionales, algo poco probable y evidentemente exagerado.Además, antes de optar por una alternativa como esta, debería tenerse en mente la existencia de una percepción negativa de la institución policial, derivada de las recurrentes noticias sobre los casos en que algunos de sus miembros son acusados por actos de corrupción, ineficiencia e indolencia.
La seguridad no es ahora, como en el viejo juego infantil, una lucha cuerpo a cuerpo entre “policías y ladrones”. Hoy existen herramientas muy eficaces derivadas de la tecnología como los drones, el internet de las cosas, las cámaras de vigilancia y el manejo analítico de grandes volúmenes de datos.
Las iniciativas represivas, experimentadas recientemente, han tenido dudosos resultados sociales:
- Donald Trump envió fuerzas federales a ciudades con el fin de ejercer control, pero sin éxitos medibles.
- Nayib Bukele ha logrado resultados notables mediante la presencia combinada de fuerzas militares y policiales, aunque ha sido objeto de críticas por prácticas autoritarias.
- Varios alcaldes de importantes ciudades de Colombia propenden por la militarización urbana, a pesar de haberse demostrado su impacto limitado.
Como funcionarios de planta los Gestores estarán sometidos al control disciplinario interno y al de la Procuraduría
Los “Gestores del Orden” son civiles desarmados, no investidos de autoridad, ni de la capacidad de imponer sanciones. Su función es de prevención y auxilio. Por eso no debiera el profesor Ómar Oróstegui formularse interrogantes como los de: “¿Qué mecanismos evitarán abusos o vacíos de autoridad?” o conservar dudas sobre el advenimiento de fricciones con los policías activos.
La vigilancia ejercida por un Gestor se limita a percibir los riesgos que afecten la convivencia y a ofrecer alternativas de solución de conflictos, buscando acuerdos, no haciendo imposiciones. Estas actuaciones, in situ, y en forma oportuna, van a reducir la conflictividad antes de tornarse en situaciones violentas.
Sus intervenciones como mediadores, árbitros o conciliadores llevan a los implicados a suscribir acuerdos o compromisos de mutuas concesiones o reparaciones y, de esta manera, hacer innecesaria la intervención de policías o jueces, quienes solo serían convocados ante el incumplimiento de lo acordado.
Tal como lo identifica el senador Ávila, esta liberación de carga sobre las autoridades formales, les permitirá dedicarse exclusivamente a enfrentar la delincuencia organizada y los actores violentos.
Funciones principales de los Gestores del Orden
- Facilitar la comunicación del ciudadano con los órganos dedicados a la seguridad, recibir quejas y proteger a víctimas de violencia.
- Prevenir y resolver conflictos de convivencia relacionados con el orden familiar, la tranquilidad, la higiene, la moralidad y el uso adecuado del espacio público.
- Promover la justicia reparativa para enfrentar conflictos de carácter personal de menor trascendencia.
- Actuar como mediadores, facilitadores o conciliadores en la resolución pacífica de conflictos civiles de menor cuantía.
Si muchas capitales colombianas optaran por configurar grupos de empleados con estas funciones, es de prever que estarían contribuyendo de manera muy importante a convertir a Colombia en un País Posible.
NOTA: Los Gestores que empezarán a actuar en Bogotá a partir del año 2026 se diferencian en varios aspectos (en negrilla) respecto a experiencias observadas en otros países:
| Aspecto | Serenos en Perú | Guardianes del Orden en Quito | Guardianes de Paz en Francia (ONU) |
| Función principal | Seguridad municipal y convivencia | Mediación en conflictos y convivencia | Operaciones de paz internacionales |
| Equipamiento | Pistolas eléctricasautorizadas | No armados, sin funciones policiales | Fuerzas militares y policiales en operaciones ONU |
| Base legal y capacitación | Ley regulatoria con exención penal | Selección rigurosa y formación no oficial | Capacitación internacional en mantenimiento de paz |
| Controversias o retos | Manejo de armas y control | Posibles abusos, rol adecuado en la ciudad | Enfoque en seguridad internacional, no local |




