Víctor Alarcón Zambrano
Definitivamente, no se puede desligar la política de la vida cotidiana, sea cual sea la actividad.
Para bien o para mal, Estados Unidos es actualmente la sede de los eventos deportivos más importantes del mundo. Este mes se celebra el Mundial de Clubes de fútbol; en 2026, el campeonato mundial de fútbol, y en 2028, los Juegos Olímpicos en Los Ángeles.
La aprobación popular del presidente Trump se encuentra en apenas el 43%, la más baja para un mandatario norteamericano si se compara el mismo período de gobierno.
Como es bien sabido, la nueva administración estadounidense tiene entre sus prioridades reforzar el control fronterizo mediante nuevas políticas migratorias, que incluyen, entre otras medidas, la deportación masiva de personas indocumentadas, sean o no criminales. Estas medidas, impuestas en muchos casos por la fuerza, ya han generado una fuerte resistencia. Ciudades como Los Ángeles, Boston y Filadelfia son testigos de protestas multitudinarias, algunas con altos niveles de violencia y daños a propiedades públicas y privadas.
Por estos y otros motivos, la aprobación popular del presidente se encuentra en apenas el 43%, la más baja para un mandatario norteamericano si se compara el mismo período de gobierno.
Aunque el presidente ha expresado entusiasmo por los eventos deportivos, sus acciones parecen contradecir sus palabras. La prohibición de ingreso a ciudadanos de 12 países, las restricciones impuestas a otros 9 y las nuevas políticas de expedición de visas generan la percepción de que Estados Unidos no está dispuesto a abrir sus puertas plenamente al mundo.
Países afectados
Existe una prohibición total de ingreso para ciudadanos de Afganistán, Birmania, Chad, Congo, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Haití, Irán, Libia, Somalia, Sudán y Yemen. Por otro lado, hay restricciones para Burundi, Cuba, Laos, Sierra Leona, Togo, Turkmenistán y Venezuela.
Cabe destacar que Irán ya clasificó al Mundial de Fútbol; Cuba, Haití y Sudán están en la pelea por un cupo, y Burundi, Guinea Ecuatorial y Libia aún tienen posibilidades. Según la normativa, será el Secretario de Estado —Marco Rubio, de origen cubano— quien decidirá si un evento internacional es lo suficientemente importante como para autorizar el ingreso de delegaciones.
Sin embargo, la prohibición o restricción no afecta a atletas, dirigentes y sus familiares, ni a quienes ya tengan visas vigentes o residan en el país. Esta excepción beneficia a peloteros y atletas de Cuba y Venezuela que se encuentran en territorio estadounidense. Lo que sí se ve afectado es el acceso de periodistas, espectadores y fanáticos, quienes solo podrán seguir a sus equipos en las sedes de México y Canadá del Mundial de 2026.
Impacto económico y reacción del sector turismo
Todo esto ha provocado una reacción anticipada por parte de la Asociación de Viajes de Estados Unidos, que ha expresado el descontento del sector turístico, especialmente de la hotelería, las aerolíneas y la boletería. En comparación con eventos similares, las reservas han disminuido un 37%.
Los estudios muestran que los seguidores del fútbol difieren de los del olimpismo: son personas apasionadas por este deporte, en su mayoría de clase media, que ahorran durante años para asistir y que suelen gastar más, pues enfrentan costos elevados en hoteles, pasajes y entradas. Aunque de ingresos medios, su perfil no representa un alto riesgo para la seguridad del país anfitrión. Su ausencia, sin embargo, puede significar una pérdida económica considerable tanto para el país como para la FIFA, que espera recaudar 13 mil millones de dólares entre 2023 y 2026.
En contraste, los visitantes de los Juegos Olímpicos suelen tener un perfil económico más alto, son más amantes del turismo que del deporte en sí, y su ausencia sería menos notoria.
Deporte, política y seguridad
Así pues, persiste el interrogante sobre el ingreso de extranjeros a estos eventos de talla mundial, en un contexto donde garantizar la seguridad se vuelve prioritario. La historia ha demostrado que los grandes eventos deportivos no están exentos de tensiones políticas. Basta con recordar el atentado contra los atletas israelíes en Múnich 72 o la bomba en Atlanta 96.
En 1980, Estados Unidos boicoteó los Juegos Olímpicos de Moscú por razones políticas, y en 2018, Rusia exigió la compra anticipada de boletas como requisito de ingreso al país para asistir al Mundial de Fútbol.
Además, ha habido casos en los que se ha negado la entrada incluso a altos dignatarios: en Londres 2012 se vetó la entrada al presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko —también presidente del Comité Olímpico de su país—, y Tokio 2021 ratificó esa misma medida.