Luis Esteban G. Manrique
En mayo, durante la visita de Gustavo Petro a Pekín para asistir al Foro China-CELAC, anunció la adhesión de Colombia a la iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) y unos días después, solicitó su ingreso al Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) de los BRICS+. Su solicitud fue aceptada el 19 de junio.
Colombia, que hoy preside pro tempore la CELAC, la Alianza del Pacífico, la Comunidad Andina y la Asociación de Estados del Caribe, está en una situación privilegiada para poder diversificar su comercio exterior en un contexto marcado por las tensiones geopolíticas y el proteccionismo. Hasta ahora, el país orientaba su política y su comercio exteriores hacia Washington.
Petro, en cambio, ha querido aprovechar la geografía colombiana –situada en un punto estratégico entre Centroamérica, Suramérica y el Caribe– y la creciente influencia de otros actores extranjeros en la región para sacar las máximas ventajas de su condición de “país bisagra”.
En China, Petro ha encontrado un socio dispuesto a hacer negocios. En la inauguración del foro en Pekín, Xi Jinping presentó un plan de cinco pilares –solidaridad, desarrollo, civilización, paz y conectividad– para la cooperación.
En 2035, el comercio entre China y América Latina podría superar los 700.000 millones de dólares, frente a los 518.000 de 2024. Entre otras cosas, Xi anunció una línea de crédito de 9.000 millones financiada con “bonos panda” denominados en yuanes y varias medidas para reforzar la coordinación policial contra el narcotráfico, el lavado de dinero, la minería ilegal y el tráfico de fauna.
Los lazos de Colombia con China son recientes, a diferencia de Brasil, que acogió la cumbre de los BRICS+ en Río de Janeiro (6-7 de julio) o Perú y Chile, que firmaron sus acuerdos de libre comercio con China hace más de 20 años. El proteccionismo de Donald Trump convenció a Bogotá de que debía diversificar su comercio exterior para hacerlo menos dependiente de EEUU, hoy su mayor socio comercial.
De sus 49.600 millones en exportaciones, 14.300 millones fueron a EEUU y solo 2.400 a China. El problema es que Trump podría contestar a Petro con la “descertificación” de Colombia como socio fiable contra el narcotráfico, lo que implicaría recortes en las ayudas y cooperación militar.
Según la ONU, desde 2015, los cultivos ilegales de coca se han quintuplicado mientras que la producción de cocaína aumentó un 53%. Sin embargo, si Washington presiona más a Petro en los 14 meses que le quedan en el poder, podría empujarlo aún más hacia la órbita china.
Un eventual gobierno más conservador en Bogotá, sin embargo, difícilmente va a dar marcha atrás en relación con Pekín. Hay mucho en juego. Pese a sus varios tratados de libre comercio, Colombia solo exporta al mundo unos 1.000 dólares per cápita, frente a los 13.500 de la media de la OCDE. El petróleo y el carbón suman el 45%.
En 2004, el comercio sino-colombiano fue de 1.200 millones de dólares. En 2024 superó los 18.300 millones, quince veces más, aunque con un déficit de 14.000 millones. Para equilibrar las cosas, Bogotá quiere aumentar las exportaciones hasta los 10.000 millonesen camarones, atún, coco, cacao, café y otros productos y aprovechar los créditos del NBD para acelerar la transición energética. El reto no es exportar más de lo que ya produce – principalmente productos agrícolas – sino bienes y servicios de mayor valor añadido, aprovechando las oportunidades de la deslocalización cercana (near-shoring) y con países aliados (friend-shoring).
La inversión directa china en Colombia ha crecido desde niveles casi insignificantes a principios de siglo. Entre 2018 y 2023, bancos estatales chinos concedieron 1.400 millones en créditos para diversos proyectos, un 80% en obras de infraestructuras, entre ellos la autopista Mar-2 (417,7 millones), la primera línea del metro de Bogotá (230 millones) y la ampliación del aeropuerto El Dorado (175 millones).
Las inversiones de EEUU, en cambio, superaron los 16.100 millones de dólares en el mismo período. Para tranquilizar a Washington y no apostar todas sus cartas a China, Colombia quiere ampliar sus relaciones bilaterales con otros países asiáticos. Desde 2016, mantiene un acuerdo de libre comercio con Corea del Sur y quiere unirse ahora al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP), que incluye a Japón, Malasia, Singapur y Vietnam, entre otros países, además de Chile, México y Perú, socios de Colombia en la Alianza del Pacífico.