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Xi Jinping en el Desfile de la Victoria 2025: Geopolítica y poder en la Plaza Roja

Carlos E. Lagos Campos

Contexto geopolítico del evento

El Desfile del Día de la Victoria en Moscú, que conmemora el triunfo sobre la Alemania nazi en 1945, es más que una ceremonia histórica: es una plataforma de proyección política. En 2025, al cumplirse 80 años de la victoria, el evento adquirió un peso excepcional. La guerra en Ucrania, las sanciones occidentales contra Rusia, las tensiones comerciales de China con Estados Unidos y la reconfiguración del orden global bajo la segunda administración de Donald Trump convirtieron la Plaza Roja en un escenario de mensajes estratégicos. La presencia del presidente chino Xi Jinping, junto a otros líderes, y las ausencias notables de Occidente marcaron un punto de inflexión en la dinámica global.

La presencia de Xi Jinping: Un mensaje calculado

Xi Jinping no asistió al desfile solo para rendir homenaje histórico. Su presencia fue un movimiento deliberado en el tablero geopolítico, con tres objetivos claros:

Cimentar la alianza con Rusia: La relación China-Rusia, descrita como una “asociación estratégica integral”, es el pilar de su resistencia frente a las presiones occidentales. Con China bajo sanciones tecnológicas y Rusia aislada por la guerra en Ucrania, ambos países han intensificado su cooperación. Xi, en su discurso en Moscú, habló de un “orden internacional justo” y criticó el “unilateralismo” de Estados Unidos, un mensaje dirigido a Washington y sus aliados.

Desafiar el aislamiento de Putin: La asistencia de Xi fue un respaldo explícito a Vladimir Putin, cuya legitimidad internacional ha sido cuestionada tras la invasión de Ucrania. Los ataques con drones ucranianos en Moscú días antes del evento no disuadieron a Xi, quien, junto a Putin, proyectó una imagen de unidad frente a las sanciones y las críticas de Occidente.

Pragmatismo económico y energético: Más allá de la retórica, China necesita a Rusia como proveedor de energía y materias primas, mientras Rusia depende de China como su principal mercado para el petróleo y el gas. En 2024, el comercio bilateral superó los 240.000 millones de dólares, un aumento del 25% desde el inicio del conflicto en Ucrania. Acuerdos firmados durante el desfile reforzaron esta interdependencia.

Líderes presentes: Una coalición heterogénea

El desfile reunió a un grupo diverso de mandatarios, cada uno con sus propias motivaciones:

Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil): Buscó mantener la neutralidad en el conflicto de Ucrania y fortalecer la posición de Brasil en los BRICS, mientras aseguraba acceso a fertilizantes y energía rusos.

Aleksandr Lukashenko (Bielorrusia): Aliado incondicional de Moscú, su presencia fue protocolar.

Nicolás Maduro (Venezuela): Reforzó la cooperación energética y militar con Rusia, un socio clave frente a las sanciones estadounidenses.

Aleksandar Vučić (Serbia): Pese a su candidatura a la UE, Serbia mantiene lazos históricos con Rusia, y Vučić aprovechó para señalar autonomía frente a Bruselas.

Robert Fico (Eslovaquia): Único líder de la UE/OTAN presente, su asistencia reflejó su neutralidad frente al conflicto con Rusia, generando críticas en Bruselas.

To Lam (Vietnam): Subrayó los lazos históricos y la cooperación militar con Rusia.

Mahmoud Abbas (Palestina): Buscó apoyo ruso en el contexto de tensiones en Oriente Medio.

Otros: Líderes de países exsoviéticos (como Kazajistán y Kirguistán), africanos (como Burkina Faso) y asiáticos (como Laos) asistieron, atraídos por la cooperación económica o la resistencia al dominio occidental.

Ausencias notables: El peso de Occidente y la neutralidad

Las ausencias también hablaron alto:

Narendra Modi (India): Optó por no asistir, probablemente para preservar su equilibrio entre Rusia, su proveedor clave de armas y petróleo, y Occidente, donde busca inversiones tecnológicas.

Líderes de la OTAN y la UE: A excepción de Fico, ningún líder de estos bloques estuvo presente, reflejando la condena unificada a la invasión rusa de Ucrania.

Países del Sur Global: México, Sudáfrica y
otros declinaron enviar líderes, evitando alinearse explícitamente con Rusia en un momento de alta polarización.

Corea del Norte: Delegación y destacamento militar

Intenciones y mensajes

El desfile no fue solo un acto conmemorativo; fue una declaración de intenciones:

Legitimar a Putin: La asistencia de Xi y otros líderes contrarrestó la narrativa de aislamiento, presentando a Rusia como líder de una coalición alternativa.

Promover un orden multipolar: Xi y Putin abogaron por un sistema global que desafíe la hegemonía estadounidense, un mensaje resonante entre los países del Sur Global.

Fortalecer la cooperación práctica: Acuerdos bilaterales en energía, comercio y defensa consolidaron los lazos económicos.

Señalar autonomía: Líderes como Lula y Vučić usaron su presencia para afirmar su independencia frente a las presiones de Washington y Bruselas.

Implicaciones globales

El desfile de 2025 tendrá repercusiones duraderas:

Fortalecimiento del eje China-Rusia: La alianza se consolidará, aunque con tensiones por la creciente dependencia rusa de China.

Polarización global: La división entre Occidente y el bloque liderado por China y Rusia se acentuará, complicando la cooperación en temas como el cambio climático o la no proliferación nuclear.

Tensión en Ucrania: La presencia de líderes, especialmente de Xi, podría dificultar los esfuerzos diplomáticos para resolver el conflicto, dado el respaldo implícito a Rusia.

Desafíos para China: La postura de Beijing, aunque oficialmente neutral, generará críticas en Occidente, afectando sus relaciones con la UE y Estados Unidos.

Reconfiguración del Sur Global: Países como Brasil y Serbia buscarán mayor autonomía, pero enfrentarán presiones para alinearse en un mundo cada vez más dividido.

A manera de conclusión:

El Desfile del Día de la Victoria de 2025 fue un ejercicio de poder y diplomacia. Xi Jinping, al frente de una coalición heterogénea, respaldó a Putin y desafió el orden liderado por Occidente. La presencia de líderes como Lula, Maduro y Vučić, junto a la delegación norcoreana, proyectó una imagen de resistencia frente al aislamiento. Sin embargo, las ausencias de Modi y los líderes occidentales recordaron las profundas fracturas globales. En un mundo al borde de una nueva Guerra Fría, la Plaza Roja fue el escenario donde China y Rusia trazaron su apuesta por un futuro multipolar, pero los costos y límites de esta estrategia aún están por definirse.

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