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Sionismo, antisemitismo y el conflicto de Israel y Palestina

Carlos Medina Gallego

Historiador y analista político

Para mí amigo JORGE ACERO, de una conversación en Transmilenio, sin terminar…

El conflicto entre Israel y Palestina es uno de los más prolongados y dolorosos del mundo contemporáneo. Para comprenderlo con claridad, es esencial distinguir conceptos fundamentales como sionismo y antisemitismo, y conocer los actores implicados, sus motivaciones y el trasfondo geopolítico que mantiene viva una guerra que ha cobrado miles de vidas y provocado desplazamientos masivos. También es necesario examinar el papel de potencias como Estados Unidos, Europa e Irán, así como el fracaso de organismos como las Naciones Unidas para detener lo que muchos califican como un genocidio en curso contra el pueblo palestino.

I. ¿Qué es el sionismo?

El sionismo es un movimiento político e ideológico surgido a finales del siglo XIX, cuyo objetivo inicial fue establecer un hogar nacional judío en Palestina, entonces bajo dominio del Imperio Otomano. Su promotor más influyente fue Theodor Herzl, quien en 1896 publicó El Estado Judío, texto fundacional del sionismo moderno.

Originalmente, el sionismo surgió como respuesta a siglos de persecución y discriminación contra los judíos en Europa, y buscaba garantizarles un refugio seguro. Sin embargo, con el tiempo, el sionismo se transformó en una ideología nacionalista excluyente que ha justificado la colonización, el desplazamiento forzado del pueblo palestino y la ocupación militar de sus territorios.

Hoy, el sionismo oficial es el fundamento ideológico del Estado de Israel, y muchos de sus sectores más radicales promueven la expansión territorial, el apartheid y el supremacismo étnico judío en detrimento de los derechos del pueblo palestino.

II. ¿Qué es el antisemitismo?

El antisemitismo es una forma de odio y discriminación dirigida contra los semitas (hebreos, arameos, y árabes) judíos como grupo étnico o religioso. Ha existido durante siglos, con expresiones que van desde prejuicios culturales hasta crímenes atroces como el Holocausto nazi.

Es fundamental no confundir antisemitismo con la crítica legítima al Estado de Israel o al sionismo. Acusar de antisemitismo a quienes denuncian violaciones a los derechos humanos cometidas por el gobierno israelí es una manipulación peligrosa que invisibiliza el sufrimiento palestino y blinda al Estado de Israel ante cualquier control internacional.

III. El origen del conflicto entre Israel y Palestina

El conflicto comenzó con la colonización sionista de Palestina durante el Mandato Británico (1917-1948), alentada por la Declaración Balfour (1917), en la que el gobierno británico expresó su apoyo a la creación de un “hogar nacional judío” en territorio palestino, sin consultar a sus habitantes.

En 1948, tras la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, se fundó el Estado de Israel, lo que derivó en la Nakba (catástrofe) palestina: más de 700.000 palestinos fueron expulsados o huyeron de sus hogares, se destruyeron cientos de aldeas y comenzó una era de ocupación, segregación y violencia.

Desde entonces, los palestinos han vivido bajo ocupación militar, bloqueos, expansión de asentamientos ilegales, desplazamientos forzados y represión sistemática. Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental son territorios ocupados ilegalmente según el derecho internacional. La resistencia palestina ha tomado diversas formas: desde la diplomacia y la protesta popular hasta la lucha armada.

IV. ¿Qué es Hamas?

Hamas (acrónimo en árabe de “Movimiento de Resistencia Islámica”) fue fundado en 1987 durante la Primera Intifada. Es un movimiento político-militar y religioso que se autodefine como una organización de resistencia frente a la ocupación israelí.

Hamas es considerado grupo terrorista por Estados Unidos, la Unión Europea e Israel, pero también tiene una fuerte base de apoyo entre los palestinos, especialmente en la Franja de Gaza, donde gobierna desde 2007. Entre sus objetivos están:

a. Poner fin a la ocupación israelí.
b. Restaurar los derechos del pueblo palestino, incluidos el retorno de los refugiados y la creación de un Estado soberano.
c. Reivindicar Jerusalén como capital de Palestina.

Hamas ha sido responsable de ataques contra civiles israelíes, lo cual ha generado fuerte condena internacional. Sin embargo, sus acciones también deben entenderse en el marco de un conflicto profundamente desigual, donde el Estado de Israel posee superioridad militar y tecnológica aplastante y emplea castigos colectivos sobre la población civil, violando el derecho internacional humanitario.

V. Irán e Israel: una rivalidad estratégica

El conflicto entre Irán e Israel no es territorial, sino geopolítico e ideológico. Irán se opone radicalmente al sionismo y apoya movimientos de resistencia en Palestina, Líbano (Hezbollah) y otros países. Considera a Israel un régimen ilegítimo que oprime a los pueblos musulmanes y constituye una amenaza para la seguridad regional.

Israel, por su parte, percibe a Irán como su mayor enemigo por su respaldo a grupos antiisraelíes y por su programa nuclear, aunque no se ha probado que Irán haya desarrollado armamento nuclear con fines ofensivos. Israel ha realizado numerosos ataques aéreos en Siria y otros países para frenar la influencia iraní, y ha asesinado científicos iraníes y bombardeado instalaciones militares, violando soberanía internacional con el consentimiento tácito de Estados Unidos.

VI. El papel de Estados Unidos y Europa

Estados Unidos es el principal aliado de Israel. Le entrega anualmente más de 3.800 millones de dólares en ayuda militar, le garantiza protección diplomática en organismos como el Consejo de Seguridad de la ONU y comparte una visión geopolítica estratégica para controlar Oriente Medio. El lobby proisraelí en Washington (como AIPAC) tiene un enorme peso en las decisiones políticas estadounidenses.

Europa, aunque más crítica en algunos casos, ha mantenido una postura tibia frente a los crímenes de guerra cometidos por Israel. Pese a sus compromisos con el derecho internacional, la Unión Europea continúa comerciando con empresas que operan en territorios ocupados y evita sancionar al gobierno israelí por miedo al coste político y económico.

Ambos bloques han sido cómplices pasivos o activos de las políticas de ocupación, segregación y limpieza étnica, financiando, armando o legitimando a un Estado que, en nombre de la seguridad, perpetúa una situación de apartheid y genocidio.

VII. El fracaso de las Naciones Unidas

La ONU ha sido incapaz de frenar el genocidio en Palestina. Pese a contar con numerosas resoluciones que condenan la ocupación israelí, el establecimiento de asentamientos ilegales y las violaciones a los derechos humanos, ninguna se ha cumplido.

El veto permanente de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad ha impedido cualquier acción vinculante contra Israel. Las agencias humanitarias como UNRWA han sido hostigadas, desfinanciadas y expulsadas de Gaza, lo que ha agravado aún más la situación.

Las Naciones Unidas se han convertido en un espectador impotente, víctima de su propia arquitectura institucional basada en la hegemonía de las potencias que ganaron la Segunda Guerra Mundial. La impunidad israelí revela la doble moral de la comunidad internacional: se condenan rápidamente otras violencias, pero se guarda silencio o se justifican las atrocidades cometidas por un Estado aliado de Occidente.

VIII. Un genocidio ante los ojos del mundo

La situación actual en Gaza y Cisjordania puede ser calificada, sin ambages, como genocidio. Se trata de la destrucción sistemática, intencional y planificada de una población mediante asesinatos, bloqueos, destrucción de infraestructura civil, impedimento del acceso a alimentos, agua, energía y atención médica.

Más de 50.000 palestinos han sido asesinados desde octubre de 2023, la mayoría mujeres y niños. Se han destruido hospitales, universidades, escuelas, y centros religiosos. Gaza ha sido convertida en un campo de concentración moderno, sin electricidad, sin refugio y sin salida.

IX. Un llamado a detener la barbarie

Es urgente un alto al fuego inmediato, la apertura de corredores humanitarios y el levantamiento del bloqueo a Gaza. Se necesita una presión internacional real sobre Israel para que cese su política de exterminio. La solución pasa por:

La retirada total de los territorios ocupados.

El derecho al retorno de los refugiados palestinos.

El fin del apartheid y el reconocimiento de un Estado palestino soberano con plenos derechos.

El mundo no puede seguir mirando hacia otro lado. La indiferencia, la hipocresía diplomática y la complicidad mediática han convertido este conflicto en una tragedia sin fin. Cada bomba que cae sobre Gaza no solo asesina personas, sino que mata también la conciencia colectiva de la humanidad.

A manera de cierre:

El conflicto entre Israel y Palestina no es una lucha entre iguales. Es la historia de un pueblo colonizado y oprimido que resiste frente a un Estado colonial armado hasta los dientes con el respaldo de las grandes potencias. No se puede hablar de paz mientras se mantenga la ocupación, la segregación y la impunidad. Poner fin al genocidio es una obligación ética global. Callar, justificar o mirar hacia otro lado es ser parte del crimen. La humanidad está fallando, y cada día que pasa sin justicia para Palestina, ese fracaso se vuelve más insoportable e inhumano.

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