León Valencia
Se cumplen tres años de la presidencia de Petro y el país sigue en pie, el Producto Bruto crece a un 2.7%, la inflación está por debajo del 5%, el desempleo cayó a un dígito y el dólar nunca rozó los cinco mil pesos; la fábula de la debacle económica inventada y divulgada por el uribismo jamás se hizo realidad. Estamos lejos de volvernos como Venezuela. La subida del café, debido a la caída en las cosechas en Brasil y Asia, lo mismo que el alza en los precios de petróleo y Carbón por la invasión de Ucrania, han sido un golpe de suerte para la economía; pero, hay que decirlo, Petro, a diferencia de Nicolás Maduro, no se le ha atravesado a las dinámicas macroeconómicas.
Colombia pasa por un postconflicto traumático. La guerra de sesenta años terminó y la ganó la derecha con acciones legítimas, pero también con acciones ilegítimas e ilegales. Amparada en la victoria la derecha se niega a aceptar la grave desviación en sus actuaciones. En cambio, los guerrilleros que incurrieron también en enorme número de acciones por fuera del Derecho Internacional humanitario han ido a los tribunales de paz y han agachado la cabeza y confesado sus crímenes.
Entre tanto la izquierda ha dado un salto electoral y ha conquistado una gran bancada parlamentaria y por primera vez ha llegado a la presidencia de la república.
De otro lado, los tribunales han empezado a vencer en juicio a encumbrados dirigentes de la derecha y a empresarios no menos notables. El hecho más notorio ha sido la condena en primera instancia del expresidente Uribe a 12 años de prisión domiciliaria, después de haber sido encontrado culpable de los delitos de soborno y fraude procesal.
Falta un año para que termine el gobierno Petro y por eso son tan importantes los balances. Este 7 de agosto la Fundación Pares lanzará un informe presentando las altas y bajas de un gobierno que la subdirectora de Pares, Laura Bonilla, define de esta manera: “Desde la Fundación Paz y Reconciliación entendemos que la palabra que mejor define al primer gobierno de izquierda en Colombia es transición. Para muchos, una transición caótica; para otros, profundamente disruptiva. Con un estilo político altamente semiótico, señalado por sus rezagos en ejecución y cumplimiento, el gobierno Petro ha impuesto una presencia constante en el debate público. Difícilmente transcurre una semana sin que la agenda política esté marcada por sus decisiones, anuncios o controversias”.
En mi concepto hay dos hechos que impactan de manera transitoria la actual situación del país y que le dan color al momento político: Uno es el atentado a Miguel Uribe Turbay y otro, la condena al expresidente Uribe. Estos hechos impactan y cambian temporalmente el escenario político, de hecho, han afectado el ascenso de la izquierda, pero no alcanzan a cambiar el rumbo de la transición.
Pero la sentencia contra Uribe es un acto de justicia que marcará el camino a la transición. Es el signo de que la izquierda le está ganando la batalla jurídica y política a la derecha, es la gran paradoja de esta transición: la derecha ganó la guerra con acciones legales e ilegales, pero está perdiendo el postconflicto.
La derecha, además, está pasando por los tribunales de justicia y no quiere aceptar que cometió hechos ilegales en el conflicto, la guerrilla si lo aceptó.
Con dificultades y con errores la izquierda está tramitando su proyecto político de cara al 2026, mientras tanto se ve a la derecha, sin encontrar el camino para las próximas elecciones.