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El baile de los que sobran

La alta rotación en el gobierno Petro y la marginación de las mujeres

Carlos Lagos

En el gobierno de Gustavo Petro, el cambio parece ser la única constante, pero no el cambio prometido en las plazas, sino el de una rotación vertiginosa que ha visto desfilar a 54 ministros y altos cargos en menos de tres años. La reciente renuncia de Laura Sarabia como canciller, el 3 de julio de 2025, no es solo un episodio más en este “baile de los que sobran”, sino un síntoma de una administración que se desmorona bajo el peso de sus contradicciones. Este artículo, inspirado en la reflexión crítica que publiqué recientemente en X —“Primero @angelamrobledo, ahora @FranciaMarquezM. @petrogustavo margina a las mujeres líderes que lo llevaron al poder. El ‘canibalismo’ político en el #PactoHistórico repite la historia: feministas traicionadas por un proyecto que usa su fuerza, pero no las respalda”— explora cómo la alta rotación en el gobierno Petro, sumada a la marginación de mujeres líderes, revela un proyecto político que devora a sus propios aliados.

Laura Sarabia: Una renuncia que resuena

Laura Sarabia, otrora la mano derecha de Petro como jefa de gabinete y luego canciller, presentó su renuncia este 3 de julio de 2025 con una carta que destila desencanto: “En los últimos días se han tomado decisiones que no comparto y que, por coherencia personal y respeto institucional, no puedo acompañar. No se tratan de diferencias menores ni de quién tiene la razón, se trata de un rumbo que, con todo el respeto y afecto que le tengo, ya no me es posible ejecutar.” Estas palabras no son un simple adiós, sino un diagnóstico. Sarabia, una figura relevante dentro del gobierno, se suma a la lista de quienes, al salir, señalan un rumbo errático, un proyecto que pierde su norte. Su renuncia, sin embargo, no puede leerse en aislamiento: es parte de un patrón donde las mujeres, en particular, enfrentan una marginación sistemática, como ya lo vivieron Ángela María Robledo y Francia Márquez.

Francia Márquez: La traición a una aliada histórica

Francia Márquez, vicepresidenta y exministra de la Igualdad, es el ejemplo más doloroso de esta dinámica. Su renuncia al ministerio en febrero de 2025, tras un Consejo de Ministros televisado que expuso las fracturas existentes dentro del gobierno, vino acompañada de críticas contundentes: “Francia Márquez denunció que el gobierno de Petro le negó el presupuesto necesario para su gestión, le puso trabas y que dentro del mismo se practica el racismo y el patriarcado. Así están las cosas: ni la vicepresidenta se salva del centralismo excluyente.” También expresó su indignación por el trato recibido: “No me han atacado con argumentos, sino con amenazas contra mi vida y la de mi familia. Aun así, no me callarán. La corrupción no tiene cabida en el cambio que prometimos.” Estas palabras no solo señalan la falta de apoyo a su gestión, sino un abandono a las luchas feministas y antirracistas que Márquez encarna. Como señalé en mi tuit, el Pacto Histórico parece repetir un “canibalismo” político que usa la fuerza de las mujeres para llegar al poder, pero las relega cuando ya no son funcionales a la narrativa oficial.

Álvaro Leyva: La deslealtad elevada a traición

El caso de Álvaro Leyva, excanciller suspendido en 2024 por irregularidades en la licitación de pasaportes, es quizás el más escandaloso. Leyva no solo abandonó el barco, sino que intentó hundirlo. Sus críticas, vertidas en audios revelados recientemente por El País de España, son implacables: “En París pude confirmar que usted tenía el problema de la drogadicción.” También acusó a Petro de rodearse de un entorno dañino: “Desvincule a quienes han abusado de usted, que se han aprovechado de su complejísima situación y que le han hecho y continúan haciéndole terrible daño.” Sobre el Consejo de Ministros de febrero de 2025, afirmó: “Se recordará en la historia nacional como el día en que un Jefe de Estado aplastó su propio gobierno, tras haber confesado el fracaso de su gestión.” Leyva, con su intento de buscar apoyo en EE.UU. para sacar al presidente, representa no solo una salida en malos términos, sino también una traición que expone las grietas profundas del proyecto de Petro.

Luis Carlos Reyes: La resistencia técnica frente a la presión política

Luis Carlos Reyes, exministro de Comercio y exdirector de la DIAN, salió en 2024 tras enfrentar presiones para cumplir metas fiscales imposibles y aceptar nombramientos impuestos, como el del recomendado por Roy Barreras, hoy posesionado en la aduana de Buenaventura. Sus críticas son un grito contra la corrupción y la intimidación: “Roy Barreras me agarró fuerte del brazo y empezó a gritar que yo era un chulo y no podían confiar en mí.” También denunció: “Denunciar la corrupción y señalar lo que está mal tiene consecuencias. No me han atacado con argumentos, sino con amenazas contra mi vida y la de mi familia.” Reyes, un técnico respetado, encarna la frustración de quienes buscan trabajar con rigor, pero chocan con un entorno político donde la lealtad parece pesar más que la competencia.

Luis Carlos Leal: La disidencia desde la superintendencia de salud

La salida del superintendente de Salud. Luis Carlos Leal, quién dejó su cargo como superintendente de Salud tras diferencias con el ministro Guillermo Alfonso Jaramillo. Según fuentes cercanas, la decisión se debería a discrepancias en la intervención de entidades del sector salud y posibles presiones políticas, lo que ha generado tensiones entre funcionarios técnicos y el gobierno. A pesar de que sonó para otros cargos al final quedó por fuera del gobierno.

Otros exfuncionarios: Un coro de desencanto

La lista continúa con figuras como Alejandro Gaviria, exministro de Educación, quien tras su salida en 2023 por la reforma a la salud afirmó: “Me pregunto si cuando nos culpa del fracaso, implícitamente, está aceptando el suyo.” Cecilia López Montaño, exministra de Agricultura, compartió un sentimiento similar: “Me pregunto si cuando nos culpa del fracaso, implícitamente, está aceptando el suyo.” Gustavo Bolívar, exdirector de Prosperidad Social, también renunció en febrero de 2025, criticando la corrupción y el nombramiento de figuras como Laura Sarabia: “Pidió públicamente la salida de la canciller, Laura Sarabia, por denuncias de corrupción.” Augusto Rodríguez, exdirector de la UNP, denunció: “Denunciar la corrupción y señalar lo que está mal tiene consecuencias. No me han atacado con argumentos, sino con amenazas contra mi vida y la de mi familia.” Finalmente, Martha Lucía Zamora, exdirectora de la Agencia Nacional de Defensa Jurídica, salió tras conflictos con Leyva por la licitación de pasaportes, defendiendo decisiones técnicas frente a presiones políticas.

La constante de la rotación y la marginación de las mujeres

Con 54 ministros y altos cargos rotando en tres años, el gobierno de Petro se asemeja a un torbellino que consume a sus propios aliados. Pero más allá de los números, lo que resuena es la marginación de mujeres líderes como Ángela María Robledo y Francia Márquez, quienes fueron pilares del ascenso de Petro, pero hoy son relegadas o silenciadas. Como escribí en X, este “canibalismo” político no es nuevo: el Pacto Histórico ha utilizado la fuerza de las feministas para ganar elecciones, pero las traiciona al negarles el apoyo necesario para liderar. La renuncia de Laura Sarabia, aunque distinta por su cercanía inicial con Petro, se suma a esta narrativa: incluso una mujer de confianza dentro del círculo íntimo del presidente termina desencantada, incapaz de acompañar un rumbo que ya no comprende.

Conclusión: Un proyecto que se devora a sí mismo

El gobierno de Petro, que prometió ser el del cambio, se ha convertido en un escenario de desencuentros, traiciones y renuncias. La alta rotación no es solo un problema administrativo, sino una señal de un proyecto que no logra cohesionar a sus propios líderes. Las mujeres, en particular, pagan el precio más alto: desde la marginación de Márquez hasta el abandono de Sarabia, el Pacto Histórico repite un patrón de exclusión que contradice sus promesas de equidad. Como en una danza trágica, los efímeros ministros y funcionarios pasan por el escenario, dejando tras de sí un eco de críticas que cuestiona no solo la gestión de Petro, sino su capacidad para liderar un cambio verdadero. La pregunta no es cuántos más renunciarán, sino si este gobierno podrá sobrevivir a su propia voracidad.

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