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El discurso vacío de la congresista Lina María Garrido

Alexander Velásquez

Que la oposición hable mal del gobierno no debería ser noticia, pero en este mundo al revés todos tenemos derecho a nuestros quince minutos de fama, con o sin méritos. Entre tanto, la prensa traga entero sin cuestionar la gestión de los legisladores.

 “Busque llamar la atención a cualquier precio. (…) Haga cualquier cosa para parecer más grande de lo que es y para brillar más que quienes lo rodean (…) cualquier tipo de notoriedad le otorgará poder”: Ley sexta de Las 48 leyes del poder, inspiradas en El Príncipe de Nicolás Maquiavelo.

El domingo anterior, día de la instalación del último año de sesiones en el Congreso de la República, el turno de mojar prensa fue para la congresista Lina María Garrido, hasta entonces una perfecta desconocida para los colombianos, tanto así que hoy uno lee titulares como este de El Tiempo: ¿Quién es Lina Garrido, la representante que confrontó con duro discurso al presidente Petro este 20 de julio?

Una parte del país y de la prensa amaneció “amando” a la congresista, a pesar de que hasta el 20 de julio muy pocos sabían de su existencia. Ahora sabemos que es representante a la Cámara por Arauca, pertenece al otrora cuestionado Cambio Radical y según ella votó por el presidente Petro, cosa bien rara y hasta difícil de creer. Si la señora votó por la izquierda, siendo ella de la derecha, eso significa que en este país los partidos políticos están pintados en la pared.

Vamos a los titulares:

“Petro es un traidor y mentiroso; el cambio salió chimbo”, dijo la honorable legisladora a través de Blu Radio.

“Después de tres años, no hay un logro para mostrar”, tituló El Tiempo, haciendo eco de sus palabras.

“Le di tan duro que tuvo que salir corriendo”, trinó la representante después.

Lo primero: la congresista falta a la verdad, otra cosa es que ella y la oposición no quieran reconocerle nada a este gobierno por la Petrofobia crónica que padecen y ese afán por satanizar todo lo que provenga de la izquierda. No olviden que la senadora Cabal los llama “izquierdópatas” cada vez que quiere, como si a personas enfermas se refiriera.

Lo cierto es que el presidente se jugó su capital político queriendo abrazar las reformas profundas que necesita el país en lo social y se encontró con un Congreso petrofóbico. No esperemos mucho en este año de cierre, porque los y las honorables entrarán en modo elecciones, a expensas del sueldo que se le debe seguir pagando para que hagan proselitismo en vez de legislar.

¿Y ella por qué es famosa?

En tres años nada supimos de Garrido, salvo en esta recta final en que necesita mostrar gestión ante su electorado y muy seguramente, envalentonada como está, ya debe estar pensando que de la Cámara de Representantes (obtuvo 10.534 sufragios en Arauca), podrá saltar al Senado de la República, para lo cual se necesitan los votos nacionales; es posible que lo esté pensando ahora que tiene el beneplácito de ciertos medios, que se relamen de gusto creando estrellas fugaces, sin indagar ni cuestionar los resultados de su labor.

Si bien es cierto que iniciativas como la Paz Total o la Reforma a la Salud siguen en veremos, el primer gobierno de izquierda en 200 años, aún con el Cristo de espaldas, sacó adelante la reforma laboral que, después de dos décadas, les devuelve a los trabajadores los derechos que un gobierno de derecha (el de Álvaro Uribe) les tumbó.

La Historia debe reconocerle el mérito a una exministra comunista, Gloria Inés Ramírez, por dignificar a la clase obrera, consecuente con los postulados del Partido Comunista Colombiano a lo largo de 95 años de historia. Antes de salir del gabinete, ella logró, por la vía de la negociación, los consensos necesarios entre partidos, y el ministro entrante, Antonio Sanguino, culminó la labor.

Y si bien la reforma agraria, otra de las banderas de este gobierno, tropezó con el bloqueo legislativo, en un extenso ensayo para el periódico Desde Abajo, el profesor Germán Enrique Caviedes Solano, politólogo de la Universidad Nacional, argumenta que “con la reactivación del Sistema Nacional de Reforma Agraria reglamentado por el presidente durante una Asamblea Popular Campesina, se abrieron las compuertas para que el movimiento agrario protagonizara notables progresos. Uno de ellos fue la Constitución de 14 nuevas Zonas de Reserva Campesina (ZRC, la reglamentación de los territorios campesinos Agroalimentario-Tecam y Ecosistemas Acuáticos y Agroalimentarios-EAA), como parte de las demandas históricas del campesinado…”.

Una fuente autorizada de Minagricultura me confirma que el gobierno ha entregado 600 mil hectáreas de tierra a los campesinos, lo que constituye la entrega de tierras más grande en la historia de Colombia. Estos resultados dejan mal parados a Iván Duque (poco más de mil hectáreas) y a Juan Manuel Santos (apenas 8 mil hectáreas). La meta del gobierno Petro es millón y medio de hectáreas antes del 7 de agosto de 2026.

Decir que “después de tres años, no hay un logro para mostrar” es faltar a la verdad, hablar por hablar, sin haberse tomado el trabajo de investigar y, en un acto deliberado, negar ramplonamente las cifras que sustentó el mandatario. Pero se entiende porque en campaña los honorables saben que sin escándalo no hay paraíso mediático. Claramente, el presidente y su gobierno son víctimas de la desinformación; aun así, algo debe estar haciendo bien para que su imagen haya mejorado: según la última encuesta Datexco, su aprobación alcanzó el 38%.

Ahora bien, las formas del lenguaje importan. Usar el término chimbo para calificar el Cambio prometido, es más propio del lenguaje arrabalero que circula en las calles y las redes sociales, no de la dignidad de un congresista de la República. De estos personajes se espera un lenguaje medianamente alfabetizado, no callejero.  Lo que se vio el 20 de julio fue la lucha de las matemáticas -el balance de Petro-, contra la discalculia y el analfabetismo funcional de la representante Garrido.

La política colombiana ha caído en la banalidad, cercada por la pobreza intelectual del debate y las frases vacías y fríamente calculadas, que se dicen con el fin de llamar la atención de las redes sociales y la prensa, tan ávida siempre del escándalo y el sinsentido para ganar audiencia. Hoy los titulares parecen memes. El debate de las ideas murió hace rato en Colombia. Lo reconoce Diego Santos, otro antagonista del presidente: “Insultamos a Petro como si eso nos diera réditos y potenciales votos, nos agarramos del político de turno que mejor lo esté atacando para elevarlo a presidencial (Name, Cepeda, Garrido). Seguimos sin mensaje y sin dar golpes de opinión contundentes”.

El dicho dice que “uno no debe estar donde no lo quieren”, así que el presidente hizo bien en irse del recinto ante los insultos que recibió por parte de una oposición predecible, lo que confirma que sus oponentes siguen creyendo que en este país gana el más gritón. Con razón hasta Felipe Zuleta Lleras, panelista de Blu Radio y crítico de Petro, tildó a la legisladora de insolente con el presidente de la República. “El tonito me parece un poco irrespetuoso”, remarcó el periodista.

Tres años de Petro en el cargo son los mismos tres años que lleva la congresista Garrido en el Congreso, sin que hasta ahora haya conseguido una sola ley de la República de su autoría con la que pueda sacar pecho a favor de la región que la eligió. “…Las obras son las que hablan por uno”, le dijo al presidente.

Eso sí, llama la atención que aparece como coautora de tres proyecto de ley alusivos a regiones distintas a la suya: el que otorga la categoría de Distrito Especial, Turístico, Portuario y Cultural a la Ciudad de Girardot (Cundinamarca); otro que eleva a la categoría de Distrito Turístico, Cultural, Histórico y de Tecnología al municipio de Puerto Colombia (Atlántico) y uno más que declara zona de interés ambiental, turístico y ecológico al sistema cenagoso de La Zapatosa y la Ciénaga de Mallorquín en Cesar, Magdalena y Atlántico, y al complejo de humedales de la Ciénaga Grande de Santa Marta ubicado (…) se reconoce su potencial pesquero.

Como su nombre lo indica, es deber principal de los representantes a la Cámara representar a los ciudadanos de su circunscripción electoral. Otorgándole el beneficio de la duda, es probable que sus paisanos sepan más de su gestión que lo que reporta la prensa. Pero si los ciudadanos desconocen la diferencia entre un senador y un representante a la Cámara, será bien difícil hacer veeduría para pedirles cuentas a los políticos; peor aún, sé de personas que ni siquiera recuerdan por cuál congresista votaron en 2022.

Desde Arauca, una profesora me dice a través de WhatsApp: “Yo hasta ahora con el escándalo es que la escucho mencionar. Por lo general estas personas una vez las eligen se olvidan de los territorios”. En esta nota, la Agencia de Periodismo Investigativo, (API), se refiere a “las luces y sombras” de la congresista. “… se ha conocido que su padre fue destituido según decreto 529 de 2018 expedido por la gobernación de Arauca. A esto se suma que su aliado político José Facundo Castillo, exgobernador de Arauca fue condenado por la Corte Suprema”.

Valdría la pena entonces que la prensa hiciera el balance de la gestión de los 280 legisladores, porque ellos y sus equipos de trabajo les cuestan miles de millones de pesos al erario público cada mes, y ese erario somos los ciudadanos que aportamos con impuestos para sostener tanta burocracia; por lo tanto, deberíamos tener derecho a que se les ponga bajo lupa durante los cuatros años que muchos van a calentar butaca.  

Como enhorabuena lo hizo El Espectador este fin de semana al denunciar que “en medio de estos 12 meses que Efraín Cepeda (Senado) y Jaime Salamanca (Cámara) lideraron el Congreso se celebraron cerca de 6.000 contratos por cerca de $625.000 millones”. El periódico encontró que de estos se beneficiaron “personas (…) que apoyaron a los equipos del senador conservador y del representante de Alianza Verde”.

Aquí caben un par de preguntas: ¿Por qué ni el país ni los medios están horrorizados con dicha denuncia? ¿Qué más cosas permanecen ocultas debajo de los tapetes del Capitolio Nacional ¿Dónde quedó el periodismo que investiga? ¿Hasta cuándo se harán “noticias” de las declaraciones de políticos en redes sociales, sin hurgar más allá de lo evidente? En los libros y archivos de las Secretarías de Leyes de ambas Cámaras hay demasiada información para rastrear. ¿Es mucho pedir que se privilegie el trabajo de campo sobre el “periodismo” de escritorio y el copy paste

A la prensa hay que recordarle que en Colombia existen tres poderes según le enseñaron a uno en el colegio: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, pero pareciera que para la inmensa mayoría de los medios el único poder que debe estar siempre bajo sospecha es el Ejecutivo.

Gracias a esa prensa, Lina María Garrido ya no es una perfecta desconocida.

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